La diabetes aumenta el riesgo de fracturas en pacientes
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La diabetes aumenta el riesgo de fracturas en pacientes
Los pacientes con diabetes tienen más riesgo de sufrir fracturas en algún momento. Aquí detallamos qué huesos son los más afectados y cómo podemos prevenir este problema.

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La diabetes tiene varias complicaciones, y una de ellas es el aumento en el riesgo de fracturas. Aunque se trata de una enfermedad metabólica, no solo la presencia de las sustancias en la sangre es lo que se ve afectado. Así como aumenta la glucemia, se incrementa también la posibilidad de padecer otras patologías.
Varias causas confluyen para que el azúcar aumentado en la circulación repercuta en el tejido de los huesos, pero podemos tomar medidas de prevención. ¿Qué saber al respecto? A continuación, lo detallamos.
El metabolismo en pacientes diabéticos
La diabetes es una enfermedad metabólica. Su signo primordial es el aumento en la concentración de azúcar sanguínea, lo cual suele ser notorio en ayunas, antes de ingerir cualquier alimento.
Como patología del metabolismo, la diabetes no solo afecta la glucemia, sino que también modifica los balances de lípidos, proteínas y minerales. La insulina, que es la hormona alterada en este caso, influye en muchos procesos del organismo.
A las complicaciones más conocidas, como pueden ser las cardiovasculares y las renales, debemos añadir la repercusión en el tejido óseo. Los huesos dependen de las concentraciones de calcio y de la posibilidad que tengan las células óseas de producir hueso.

Causas de fracturas en la diabetes
Tanto los hombres como las mujeres con diabetes tienen más riesgo de padecer fracturas. Tanto las alteraciones hormonales, como la inflamación y algunos medicamentos se asocian a esta complicación. ¿Qué otros posibles detonantes hay?
Neuropatía
La glucemia elevada por mucho tiempo daña la cobertura de grasas de las neuronas. Los nervios, sobre todo en los miembros inferiores, comienzan a transmitir con menor efectividad el impulso nervioso. De manera colateral, la neuropatía diabética altera el equilibrio, y las personas tienden a caerse más.
Disautonomía
Este término hace referencia a la mala función del sistema nervioso, sobre todo el autónomo. Esta es la parte de los nervios que regula y controla todas las funciones automáticas, que no necesitan de una orden directa y consciente.
Entonces, en la disautonomía diabética, los pacientes tienen dificultades para mantener la presión arterial cuando se ponen de pie, lo que favorece desmayos y mareos, con la consecuente caída y fractura por trauma.
Osteoporosis
Entre los diabéticos es más frecuente la osteoporosis que en el resto de la población. Como la insulina es una hormona anabólica, que estimula la fabricación de tejidos, al ser deficiente en sus cuerpo, se enlentece la reparación ósea.
Retinopatía
Otra de las grandes complicaciones de la diabetes es la retinopatía. Las pequeñas arterias de las retinas oculares se rompen sin poder coagularse y se afecta la visión. Por supuesto, cualquier alteración de la vista aumenta la posibilidad de caerse y fracturarse.
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¿Qué fracturas son las más frecuentes en los pacientes diabéticos?
Diversos estudios, realizados entre pacientes con diabetes, han podido establecer la frecuencia relativa de fracturas. Esto, en promedio, nos orienta sobre qué partes del cuerpo son las que se pueden dañar en ellos.
En primer lugar tenemos a la diabetes tipo 1. Esta variedad de la enfermedad es aquella en la que no hay suficiente insulina, por lo que las personas necesitan del aporte externo y artificial de la misma. Entre ellos, la osteoporosis es mucho más frecuente, así como las alteraciones de la visión.
También la hipoglucemia desempeña un papel clave, puesto que se tiende a confundir el uso de insulina respecto a las dosis adecuadas para cada momento del día. Al bajar el azúcar, sobreviene un mareo y la consiguiente caída.
Las fracturas más frecuentes en la diabetes tipo 1 son las de cadera y de columna vertebral. Esto se notó, sobre todo, en aquellos con comorbilidades cardiovasculares y renales ya establecidas.
Por otro lado, en la diabetes tipo 2, las fracturas más habituales son las de antebrazo y las de cadera. Si bien estos pacientes tienen densidades óseas que no son muy diferentes a las del resto de la población, se sospecha que el azúcar afecta la mecánica del hueso.

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¿Cómo prevenir el riesgo de fracturas si tengo diabetes?
Aunque las estadísticas indiquen un aumento en el riesgo de fracturas entre los pacientes diabéticos, hay medidas que podemos tomar para prevenir ese daño. Más allá del control de las glucemias, otras cuestiones pueden acomodarse en la vida cotidiana para mejorar el pronóstico.
Como bien dijimos, en primer lugar es vital el seguimiento por parte de un especialista. El azúcar debe mantenerse en límites normales con la dieta y la medicación para que no sobrevengan complicaciones de gravedad, como las cardiovasculares y las renales.
La actividad física es un pilar más del abordaje. La diabetes aumenta el riesgo de fracturas en personas que son sedentarias y que tienen una menor masa muscular, por lo que el deporte no solo ingresa azúcar al músculo, sino que también fortalece el tejido óseo.
La incorporación de vitamina D al cuerpo es otra cuestión que debemos cuidar. La misma se produce cuando nos exponemos al sol con frecuencia. De ser necesario, se puede suplementar de forma artificial con medicamentos que se indican cuando los valores son muy bajos o la persona vive en zonas frías, con poca luz solar durante el año.
Los vegetales de hoja verde son una buena opción para incorporar la vitamina y el calcio, que también se obtiene de los lácteos. Un aporte regular de estos alimentos ayuda al hueso a regenerarse y a sostener su densidad interna, lo cual hace más difícil una fractura por traumas pequeños.
Una densitometría es conveniente
Los pacientes diabéticos, además de tomar las medidas preventivas, deberían someterse a una densitometría. Este estudio mide la concentración ósea y permite saber si el riesgo de fracturas es alto por culpa de un tejido más debilitado.
En cualquier caso, toda persona puede tomar las riendas de la enfermedad y aplicar medidas de autocuidado. De la mano del médico, es posible hacer un seguimiento para tomar las precauciones necesarias y reducir el riesgo de daño óseo.