Glaucoma de ángulo abierto: ¿en qué consiste?
El glaucoma de ángulo abierto genera riesgo de ceguera si no se trata a tiempo. El problema es que rara vez produce síntomas y por eso pasa inadvertido en muchas ocasiones.
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El glaucoma de ángulo abierto es una enfermedad de los ojos que puede conducir a la ceguera. Provoca un daño en el nervio óptico que genera pérdida del campo visual. En muchas ocasiones se asocia con el aumento de la presión ocular, pero también puede cursar con una presión normal.
Existe glaucoma de ángulo abierto y de ángulo cerrado, pero el más común es el primero. Se estima que corresponde al 90 % de los casos totales. Dependiendo de la región, puede ser la segunda o la cuarta causa de ceguera en el mundo.
Al glaucoma de ángulo abierto también se le llama glaucoma primario o crónico. Cursa de forma lenta y por toda la vida. Durante mucho tiempo avanza sin presentar síntomas y suele pasar inadvertida.
Posibles causas del glaucoma de ángulo abierto
El glaucoma de ángulo abierto, en la mayoría de los casos, tiene lugar cuando se obstruyen los canales de drenaje del ojo. Esto lleva a que aumente la presión intraocular y se provoquen daños en el nervio óptico.
El sistema de drenaje del ojo forma un ángulo que va desde el iris hasta la córnea. Desde allí se conecta al exterior por unos conductos. En las personas con este tipo de glaucoma el ángulo está abierto, pero no hay un drenaje correcto.
Las razones para que el drenaje sea deficiente tienen que ver con que los conductos están obstruidos o son demasiado estrechos. Como el líquido no drena hacia el exterior aumenta la presión ocular y esto daña el nervio óptico. Se disminuye, por lo tanto, la capacidad para ver.
Algunas personas tienen un nervio óptico más susceptible a la presión ocular. Los africanos poseen mayor riesgo de desarrollar esta enfermedad. También los mayores de 60 años, en especial de origen latino, y quienes tienen antecedentes familiares o sufren de diabetes.
Principales síntomas
El glaucoma de ángulo abierto se desarrolla de forma muy lenta y silenciosa. En la mayoría de los casos, las personas se dan cuenta de que algo anda mal cuando hay pérdida de visión. Para ese entonces, el nervio óptico ya está bastante dañado.
La pérdida inicial se presenta en la visión periférica o lateral. Sin embargo, la nitidez y la agudeza visual se conservan hasta que la enfermedad ya está muy avanzada. Lo más común es que solo se detecte en un examen rutinario.
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Diagnóstico del glaucoma de ángulo abierto
Lo ideal es que el glaucoma de ángulo abierto sea detectado de forma temprana, antes de que haya avanzado el daño en el nervio óptico. Esto se consigue con exámenes oftalmológicos regulares. Quienes forman parte de los grupos de riesgo deben hacerse chequeos periódicos.
Lo más recomendable es incrementar la frecuencia de acuerdo con la edad, de la siguiente manera:
- Antes de los 40 años: un chequeo cada dos a cuatro años.
- De 40 a 54 años: una vez al año o una vez cada tres años.
- De 55 a 64 años: una vez al año o una vez cada dos años.
- Más de 65 años: una vez cada seis meses o una vez al año.
Para determinar si hay glaucoma de ángulo abierto se pueden llevar a cabo varios exámenes. Los más usuales son los siguientes:
- Tonometría: es una prueba para medir la presión interna del ojo.
- Oftalmoscopia: se examina el nervio óptico para establecer posibles daños.
- Perimetría: prueba de campo visual. Permite determinar si la visión ha sido afectada por el glaucoma de ángulo abierto y en qué medida.
- Gonioscopia: establece si el ángulo entre el iris y la córnea es abierto y amplio o estrecho y cerrado.
- Paquimetría: mide el espesor de la córnea.
A veces se realizan todos estos exámenes y otras veces solo algunos de ellos. El glaucoma de ángulo abierto no siempre es fácil de diagnosticar.
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¿Qué opciones de tratamientos existen?
El tratamiento del glaucoma de ángulo abierto está enfocado a reducir la presión dentro del ojo. Si el nervio óptico está dañado no hay manera de recuperarlo. De ahí la importancia del diagnóstico y abordaje temprano.
En general, existen 3 vías terapéuticas y son las siguientes:
- Medicamentos: casi siempre se trata de gotas. Estos fármacos hacen que el ojo produzca menos líquido o que aumente la salida del mismo hacia el exterior.
- Cirugía láser: este tipo de cirugía ayuda a que los ojos drenen mejor el líquido o disminuye la cantidad que producen los ojos. Es una operación ambulatoria y suele ser eficaz para disminuir la presión ocular.
- Cirugía convencional: en este caso se redirecciona el líquido para esquivar al sistema de drenaje que no funciona. También se pueden crear nuevas vías de drenaje.
El glaucoma de ángulo abierto no se trata siempre igual
El tratamiento a elegir depende del estado del nervio óptico y de las condiciones de salud de cada paciente. El médico indicará los beneficios de cada alternativa y recomendará la más adecuada, según las particularidades.
En muchos casos, los pacientes con cirugía convencional o láser pueden requerir del uso de medicamentos después de la operación. Los efectos positivos de la intervención también pueden desaparecer después de algún tiempo.