Haití, el drama humano
Por. Liza Collado
Desde el pasado 6 de julio Haití vive violentas protestas debido a que su primer ministro, Jack Guy Lafontant, anunció un aumento del 38 % en los precios del combustible para equilibrar el presupuesto, medida firmada en febrero con el Fondo Monetario Internacional. Aunque un día después fuera retirada, la ira popular todavía permanece: como consecuencia de ello, edificios gubernamentales, hoteles y negocios de Puerto Príncipe han ardido en llamas.
Las Redes Sociales dieron cuenta de las continuas manifestaciones, bloqueos de carreteras y violencia en todo el país, los reclamos de ciudadanos y ciudadanas que solicitan la dimisión del presidente Jovenel Moise. La ingobernabilidad con que viven los vecinos haitianos ha provocado que al menos cuatro personas murieran durante los saqueos, extorsiones e incendios provocados.
En enero de 2010, cuando el terremoto de magnitud 7 arrasó gran parte de su territorio, ya Haití era el país más pobre del hemisferio occidental y su Gobierno no estaba preparado para lidiar con las consecuencias: un año después, solo había limpiado el 5 % de los escombros y construido el 15 % de las viviendas requeridas. En esta catástrofe, murieron entre 100.000 y 316.000 personas, según diferentes estimaciones.
El país también padeció disturbios políticos en el año 2015, así como los huracanes Matthew e Irma en 2016 y 2017. Además, tras el sismo estalló una epidemia de cólera de la que se acusa a la contaminación que generó el personal de paz de la ONU. Evidentemente, la solución al drama en que viven los haitianos no está en República Dominicana, debe ser una iniciativa de las grandes potencias mundiales.
Haití quedó prácticamente paralizada por una huelga de transporte luego de tres días de violentos disturbios y aunque las aerolíneas han empezado a retomar los vuelos, la situación sigue siendo tensa y varias embajadas, como la de Alemania, Canadá y Estados Unidos cerraron sus puertas y han pedido a sus ciudadanos no salir a la calles y estar atentos.
El ministro de Comunicación del país, Guyler C. Delva, señaló en su cuenta de Twitter que “el tiempo de los golpes de Estado ha terminado” y que Moise “fue elegido democráticamente” y “seguirá trabajando para sacar a la población de la pobreza”. Pero nos preguntamos: ¿Cuenta su mandatario con el apoyo sincero de la comunidad internacional para lograr esto?
Los haitianos y haitianas por mucho tiempo han sido obligados por las grandes potencias a seguir modelos y fórmulas económicas inaplicables en su empobrecida nación, con el ingrediente de que no están luchando porque haya democracia, sino por sobrevivir, y aunque buscan el bienestar, sus metas son a corto plazo. Es imperativo buscar el consenso con todos los sectores de la nación haitiana, reestructurar las instituciones y fortalecerlas.
En la vecina nación faltan garantías jurídicas y de vida para el pueblo, de modo que pueda creer y trabajar por su futuro. Los dominicanos y dominicanas estamos profundamente preocupados por la violencia desatada, esta evidente crisis que padece Haití se agudiza y nos afectaría aún más, indudablemente, porque no se han implementado políticas públicas para disminuir estos riegos y minimizar el impacto negativo hacia nuestro país, que siempre se ha mostrado solidario ante su drama humano.