Isaiah Thomas, el crack de la NBA que busca resurgir
Russell Westbrook, James Harden, Kawhi Leonard, LeBron James y Isaiah Thomas fueron los cinco más votados en la elección al Jugador Más Valioso de la temporada 2016/17 de la NBA. Los cuatro primeros mantienen el estatus de estrellas absolutas de la liga -Leonard, con el atenuante de sufrir una lesión-. Desde hace varios años llevan sobre sus espaldas esa consideración. Para el quinto, sin embargo, todo es distinto. Tocó un techo muy alto y alcanzó a esos elegidos, pero no pudo sostenerse.
Thomas siempre debió luchar contra la coyuntura. Llegó a la NBA como última elección del draft (2011), casi un descarte; no pocos prefieren no ser elegidos antes que caer en el fondo de ese aparente privilegio. Comenzaba así un camino en el que ya había tenido los suficientes obstáculos producto de su estatura (1,75 metros).
Cuando llegó a su mejor nivel en Sacramento, en su tercer año en la liga, en 2014 debió agarrar sus pertenencias e irse a Phoenix. Duró poco más de medio año allí y se lo llevó Boston. Vestirse con la mítica camiseta verde le cambió la vida: en dos campañas se estableció como uno de los mejores anotadores de la liga y fue seleccionado en ambos años (2016 y 2017) para el Juego de las Estrellas.
Abruptamente, el lugar en que parecía destinado a la idolatría lo vio partir. Al mánager general, Danny Ainge, no le tembló el pulso para usarlo como moneda de cambio y adquirir a Kyrie Irving, crack de Cleveland. Poco antes de ser víctima de las frías negociaciones del show business, había sufrido, primero, el fallecimiento de su hermana en un accidente automovilístico; luego, una lesión en la cadera que puso su futuro en veremos.