LA REPÚBLICA DOMINICANA NO ESTÁ EN VENTA: DEFENSA DE NUESTRA SOBERANÍA ANTE AGENDAS EXTRANJERAS
Por: Ariel Lara
Desde su independencia en 1844, la República Dominicana ha sido un país que ha luchado incansablemente por mantener su soberanía e identidad nacional. Sin embargo, en las últimas décadas, hemos visto cómo fuerzas extranjeras han intentado imponer agendas que buscan la fusión con Haití, en franca violación de nuestra Constitución. Estas intenciones no solo atentan contra la historia y el sacrificio de nuestros padres fundadores, sino que también ponen en riesgo el bienestar del pueblo dominicano.
Nuestra Carta Magna es clara y contundente en la defensa de nuestra soberanía. El Artículo 3 establece que “la soberanía de la Nación dominicana, Estado libre e independiente de todo poder extranjero, es inviolable.” No hay espacio para negociaciones ni interpretaciones ambiguas: la República Dominicana es un país soberano, y cualquier intento de diluir esa independencia es una afrenta directa a nuestra identidad nacional.
Juan Pablo Duarte, el principal arquitecto de nuestra independencia, siempre tuvo clara la necesidad de mantener separados ambos territorios. En su lucha por una República Dominicana libre y autónoma, enfrentó con valentía los intentos de dominación extranjera. Duarte no solo fue un patriota ejemplar, sino que también nos dejó un legado de resistencia ante cualquier amenaza que busque socavar la identidad dominicana.
Hoy, la inmigración ilegal ha impactado gravemente a nuestra sociedad, especialmente en sectores vitales como la salud, la seguridad y el empleo. Los hospitales públicos han colapsado por la alta demanda de servicios, generando una crisis presupuestaria insostenible. En las calles, la violencia y los crímenes impunes han aumentado, sembrando temor en la población. Mientras tanto, los trabajadores dominicanos han sido desplazados por mano de obra irregular, lo que ha deteriorado las condiciones laborales y reducido las oportunidades para nuestros ciudadanos.
Este no es un debate sobre racismo, sino sobre soberanía. La República Dominicana tiene derecho a proteger sus fronteras y a garantizar que sus ciudadanos sean los principales beneficiarios de los recursos del Estado. Defender nuestra nación no es un acto de discriminación, sino de justicia. Duarte nos enseñó que la patria no se negocia, y hoy más que nunca, debemos honrar su legado y rechazar cualquier intento de imposición extranjera que amenace nuestra independencia.