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Más que un descuido: ignorar a Luperón en paradas del exterior
En cada verano, las calles de Nueva York, Paterson, Boston, Madrid y otras ciudades con fuerte presencia dominicana se llenan de música, colores, carrozas y banderas tricolores. Desde junio hasta agosto, la comunidad se congrega para celebrar su identidad y proyectar al mundo su cultura.
Pero en medio de esta explosión festiva, una ausencia clama al cielo: la figura de Gregorio Luperón, héroe indiscutible de la Guerra Restauradora.
Historia y fecha que no se menciona
El hecho es más grave cuando el calendario de estas paradas y festivales coincide con las semanas antes y después en que se conmemora la gesta del 16 de agosto de 1863, aquel Grito, recordado y reconocido como Capotillo que encendió la chispa que dio origen a la Guerra por recuperar nuestra soberanía.
Desde esa colina se proclamó el reinicio de la lucha contra la anexión a España, consecuencia directa de la traición del bando encabezado por Pedro Santana, quien en 1861 entregó la mitad de la isla al gobierno español.
Ese alzamiento no fue solo un acto de valor militar, sino una respuesta de dignidad nacional que marcó para siempre la historia patria. Entre los combatientes que se sumaron con firmeza a esta causa, Gregorio Luperón sobresalió por su visión estratégica y por el desprendimiento personal que lo llevó a sacrificar comodidades y arriesgar su vida por la libertad.
El espectáculo eclipsa la memoria

El origen de estas celebraciones de la comunidad en el exterior está ligado a la conmemoración de la guerra de Independencia y la Restauración, pero con el tiempo, la narrativa histórica se ha diluido. Lo que comenzó como una exaltación de la patria y sus héroes ha derivado en un espectáculo predominantemente artístico y comercial.
La música urbana, las carrozas de patrocinadores y los artistas invitados acaparan la atención, mientras la historia queda relegada a un saludo protocolar, cuando no es completamente ignorada.
Ignorar a Luperón en este contexto es más que un descuido: es una amputación de la memoria colectiva. La comunidad pierde así una oportunidad de oro para reconectar a las nuevas generaciones con la historia de su país. No basta con agitar la bandera; hay que explicar por qué existe, qué sacrificios la hicieron posible y quiénes la defendieron cuando la patria estuvo en peligro.
La Restauración en el Himno Nacional
El Himno Nacional lo proclama con claridad: “Que si fuese mil veces esclava, otras tantas ser libre sabrá”. Esa línea resume el espíritu restaurador y recuerda que la libertad se defiende con hechos, no solo con palabras. Luperón encarnó esa convicción, liderando a miles de hombres que, desde el Cibao hasta el Sur profundo, lucharon contra las tropas españolas en una guerra desigual pero victoriosa.
Contraste con la celebración en el país
Resulta paradójico que mientras en la República Dominicana, especialmente en Puerto Plata, se realizan desfiles cívico-militares en honor a Luperón, en el exterior, en pleno agosto, mes de la Restauración, su nombre pase inadvertido.
Este vacío empobrece el sentido de la celebración y proyecta una identidad incompleta, desconectada de las raíces heroicas que le dieron origen.
La omisión en el desfile más grande
En el caso del Desfile de Nueva York, el más grande del mundo organizado por los dominios del exterior, la ausencia de referencias explícitas a Luperón es notoria, aunque miles de compatriotas y turistas presencian el evento, la historia que se les presenta es fragmentaria.
Se menciona la Restauración como hecho genérico, pero sin el rostro ni el liderazgo que le dieron la victoria. En ciudades como Boston o Paterson, la situación es similar.
Cultura sin memoria es solo espectáculo
Es cierto que las paradas y desfiles cumplen una función cultural y de cohesión comunitaria. También es verdad que la alegría, la música y el folclore forman parte legítima de la identidad nacional. Sin embargo, la cultura sin memoria es solo espectáculo. Y un espectáculo que omite a sus héroes corre el riesgo de trivializar el sacrificio que hizo posible la existencia de esa misma cultura libre.
Otros héroes olvidados
Otros protagonistas de la gesta restauradora —como Benito Monción, José María Cabral, Gaspar Polanco y Pedro Antonio Pimentel— también merecen ser recordados. Ellos compartieron con Luperón la carga de la guerra y, como él, renunciaron a privilegios por la causa de la patria. Su historia, tejida de valentía y desprendimiento, es parte del patrimonio moral de la nación.
La responsabilidad de la comunidad
La omisión no es fruto de mala voluntad, sino de una tendencia general a priorizar lo visual, lo comercial y lo entretenido sobre lo histórico y lo educativo. Pero eso no exime de responsabilidad a los organizadores, líderes comunitarios y autoridades culturales.
La memoria de Luperón no puede quedar reducida a un acto oficial en Puerto Plata; debe ser parte viva de todas las celebraciones patrias, dentro y fuera del país.
Propuestas para rescatar la memoria
Tenemos que replantear estas paradas y festividades para incorporar a Luperón, algo de justicia que no requeriría grandes cambios. Bastaría con dedicar un segmento especial al héroe de la Restauración, incluir su imagen en carrozas, banderas, afiches y que las presentaciones desde las tarimas recuerden su papel en la historia. Incluso podrían invitar a historiadores, estudiantes y artistas a reinterpretar su legado en clave contemporánea.
Un llamado a la identidad
El rescate de la figura de Luperón no es un capricho histórico, sino una necesidad de identidad. La comunidad dominicana en el exterior enfrenta retos de asimilación y dispersión cultural; fortalecer sus raíces históricas es una forma de preservar la cohesión y el orgullo de pertenencia. No hay mejor antídoto contra la pérdida de identidad que recordar a quienes lucharon para que esta exista.
Un mes para recordar
Cada agosto, las calles se tiñen de rojo, azul y blanco. Ese es el momento perfecto para que, junto al ritmo de las comparsas y el orgullo de la bandera, resuene también el eco de la voz de Luperón llamando a defender la patria. Ignorarlo es dejar incompleta la historia; recordarlo es darle a la celebración la profundidad que merece.
Justicia a la memoria de Luperón
El silencio sobre Gregorio Luperón en las paradas del exterior no puede seguir normalizándose. Si agosto es el mes de la Restauración, debe ser también el mes de sus líderes más emblemáticos.
Los dominicanos que vivimos en el extranjero tenemos en las manos la posibilidad de hacer justicia a su memoria y de transmitirla a las nuevas generaciones.
El desfile es fiesta, sí, pero también debe ser escuela de historia.
Conclusión
Celebrar con música y color es valioso, pero celebrar con memoria es trascendente. Que las futuras paradas y desfiles no solo muestren quiénes somos hoy, sino también quiénes fuimos y gracias a quiénes podemos seguir siendo libres.
Ese es el verdadero homenaje que la comunidad le debe a Luperón, y a sí misma. Como él mismo expresó: «Mi causa es la causa de la patria; mi descanso, su libertad».
