Odebrecht en el limbo
A pesar de las detenciones de las últimas horas de exfuncionarios por supuestos casos de corrupción, el caso Odebrecht está en un limbo que presagia su extinción. Al menos en cuanto a la verdadera justicia y no la pantomima que ha montado con unos acusados seleccionados para guardar las apariencias.
Es una burla grosera que los fiscales que participaron en la investigación sean los mismos que ahora reclamen incluir en el expediente, sobre la base de una denuncia del empresario Ángel Rondón, el testimonio del exrepresentante de la firma aquí, Marco Vasconcelos Cruz.
La solemnidad con que se anunciaron los sometimientos no despejó las dudas sobre la pesquisa, pues por ninguna parte daba que los encartados pudieran ser los únicos que recibieron el dinero Odebrecht de 2001 a 2014 para la construcción de 17 obras. La percepción se confirmó con la revelación del Consorcio Internacional de Periodistas Profesionales de que se excluyeron sobornos por 54.7 millones para siete proyectos y la termoeléctrica Punta Catalina.
Esos últimos sobornos eran todavía más fácil de determinar porque se documentaron los seudónimos utilizados por la compañía para canalizar los recursos. Y la opinión pública, como si estuviera resignada, antes que reclamar que se esclarezcan las exclusiones y se identifiquen los seudónimos ha optado por el silencio.
El tiempo pasa y ni una cosa ni la otra. Lo más claro parece que salvo alguna excepción el expediente contra los actuales imputados está destinado a caerse por la debilidad en su elaboración que señaló la hoy procuradora Miriam Germán cuando era juez de la Suprema Corte de Justicia.
Germán advirtió que ningún magistrado que se respetase podía condenar a ninguno de los encartados. Para más frustración no parece siquiera que Odebrecht cumplirá, al declararse en quiebra, con los 184 millones de dólares que acordó pagar como reparación de las malas prácticas.
El compromiso contra la impunidad está, al menos en el caso Odebrecht, en veremos. No solo está supuesto a quedar sin castigo el escándalo de los sobornos, sino que tampoco se ha visto la menor señal ni siquiera de interrogar al exprocurador Jean Alain Rodríguez sobre la evidente manipulación del caso.
Se pensaba que las autoridades viajarían a Brasil y hablarían con Vasconcelos Cruz y con otros que pudieran aportar información para completar el expediente, pero por ahora ha sido una falsa ilusión.
Si el escándalo de los sobornos se cae, también se extinguirá la esperanza que se abrigó de que con un nuevo Gobierno y una procuradora como Miriam Germán había llegado el fin de la impunidad, por lo menos en los casos más sonoros. Las expectativas no son las más optimistas.