Pelosi amenaza con dejar a Trump en el limbo hasta que el Senado ceda
Aunque asegura que será “una mancha eterna de vergüenza” para los demócratas, no para él, sólo la certeza de que saldrá absuelto del juicio del Senado ofrece consuelo a Donald Trump, que ayer se despertó en la Casa Blanca convertido en el tercer presidente de la historia de Estados Unidos en sufrir un impeachment . La Cámara de Representantes, sin embargo, puede dejarlo más tiempo del previsto en el limbo.
La presidenta de la Cámara Baja, Nancy Pelosi, no enviará el caso a la Cámara Alta, la institución llamada a emitir el veredicto final sobre Trump, hasta que no esté segura de que será “un proceso justo”. Nadie contaba con este movimiento. Se esperaba que el juicio comenzara la segunda semana de enero, a la vuelta del receso de Navidad, pero por ahora Pelosi ni ha nombrado a los representantes ( managers ) que defenderán en el Senado la condena del presidente, como se hizo la noche misma del impeachment de Bill Clinton en 1998, ni les ha enviado todavía los cargos.
“No van a por mí, van a por vosotros”, dice el mandatario a sus seguidores tras el voto para su ‘impeachment’
“No podemos nombrar a nuestros representantes hasta que no sepamos cómo va a ser el proceso. Esperamos que ocurra pronto, pero por ahora no hemos visto nada que nos parezca justo y esperamos que lo sea”, dijo Pelosi sobre las hasta ahora infructuosas negociaciones entre demócratas y republicanos sobre los términos del juicio. Es sólo cuestión de tiempo que cedan, pero los demócratas van a intentar utilizar esta última baza para que Mitch McConnell, el líder republicano en el Senado, acceda a algunas de sus peticiones de cara al juicio, como convocar a testigos que Trump vetó en la Cámara Baja. O, al menos, para llamar la atención de la opinión pública sobre su actitud.
Los republicanos no se han molestado en intentar dar si quiera una apariencia de imparcialidad a la parte del proceso que recae en el Senado, donde tienen mayoría. “No soy imparcial”, “nos vamos a coordinar completamente con la Casa Blanca”, ha dicho a las claras McConnell, a pesar de que durante el juicio a Trump le corresponderá el papel de jurado. Mientras en la Cámara de Representantes basta con una mayoría simple para aprobar las acusaciones, en el Senado es necesaria una mayoría de dos tercios que actualmente está fuera del alcance de los demócratas.
“Igual tienen miedo a transmitir su chapucero trabajo al Senado” pero “para situaciones así es para lo que existe el Senado”, declaró ayer McConnell, dando a entender que su veredicto estabilizará al país y corregirá la acusación contra Trump, “el impeachment más injusto de la historia” (anteanoche, el republicano Barry Loudermilk aseguró totalmente serio que Poncio Pilates trató mejor a Jesucristo).
“No van a por mí, van a por vosotros”, se lee en una foto de Trump en blanco y negro colgada en los perfiles en las redes sociales del presidente. El voto de la Cámara, anteanoche, le sorprendió en un mitin en Michigan. “Este impeachment ilegal y partidista es un suicidio político para los demócratas, ellos son los que deberían ser reprobados, ¡todos ellos!”, aseguró Trump llamando a la movilización a sus seguidores para ser reelegido en el 2020.
Ayer se cumplieron exactamente 21 años del impeachment de Clinton. También entonces Estados Unidos era un país dividido “pero hoy es peor”, escribía ayer en The Washington Post el veterano comentarista Dan Balz. El ciclo infinito de noticias, el carácter más partidista de los medios y la toxicidad de las redes sociales han contribuido a esta situación. “La brecha entre los dos campos se ha ampliado y las líneas de resistencia, endurecido” y el impeachment , aunque histórico, no será más que una fase más de la lucha entorno a la presidencia Trump, no su solución, afirma.
Entregados al presidente
Prueba superada. La monolítica oposición de los congresistas republicanos al intento de los demócratas de destituir al presidente es una muestra más del grado de control que Donald Trump goza sobre el grand old party, el gran y viejo partido, como se llaman los conservadores estadounidenses. Las leves críticas iniciales a su conducta con Ucrania quedaron rápidamente enterradas por la narrativa de que es víctima del odio de los demócratas. Cualquier indicio de bipartidismo que quedara tras la no menos divisiva era Obama ha desaparecido de Washington. “Con los republicanos, Trump es fuerte como un tanque ”, dijo orgulloso el congresista Patrick McHenry. Los demócratas, que se han mostrado igual de unidos en su propósito de reprobar al presidente, reprocharon a sus colegas su entrega a Trump. “Habrá un día en que los republicanos se despierten y se pregunten qué han hecho por este hombre. No creo que el Partido Republicano exista ya a nivel nacional. Ahora es el Partido de Trump”, afirma el congresista Kurt Schrader.