Suicidio, tema prohibido
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) “cuanto menos mil personas se suicidan cada día en la faz de la Tierra”…
El psiquiatra Norteamericano Carl Menninger dijo alguna vez “en la existencia de un ser humano y en algún momento de su vida ha pasado por su mente cuando menos una de estas tres afirmaciones, a veces las tres: cualquiera se mata, ojalá me maten y… a ese lo mato yo”.
Para ser más explícito he querido parafrasear lo que en contenido es así: matarme, matar o que me maten.
En países como el nuestro el matarse contraviene las tradiciones judeocristianas y muchos potenciales suicidas temen contrariar los mandatos de Dios y no ser perdonados y posteriormente aceptados en el cielo. En nuestro país se mata por lo menos un dominicano al día y como las estadísticas no son tan confiables, por lo menos cada año enterramos entre 500 y 800 dominicanos que “se quitan la vida”. Este evento se mide en tasas, por ejemplo se puede afirmar que entre 6 y 7 (OMS) dominicanos por cada 100 mil habitantes disponen de su vida.
En medio de esta introducción algunos conocimientos genéricos, soportados por estadísticas mundiales nos aproximan a conocer mejor el fenómeno.
Los casados armónicamente se suicidan menos que los viudos, divorciados y solteros. Los hombres más que las mujeres, pero estas lo intentan más.
Los jóvenes comenten el hecho más que los niños y los envejecientes.
Los hombres acuden a métodos duros como el disparo y el ahorcamiento, contrario a las damas que prefieren venenos y pastillas.
Los depresivos se suicidan 6 veces más que los que no lo son.
La mayoría de la gente no da señales claras de que va a cometer este lamentable hecho en sus últimas 48 horas de existencia.
Más o menos la tercera parte de los suicidas dejan una nota, grabación y establecen alguna justificación liberadora de culpas por lo que hacen.
El llamado suicidio ampliado es el que mata y luego se ultima, caso frecuente que se da en el 20 por ciento de los feminicidios.
Los profesionales, paradójicamente toman esta vía con más frecuencia que los no profesionales.
En el campo de la salud profesiones como cirujano, intensivista, odontólogo, psiquiatras y otros trabajadores bajo la tensión que deriva del ejercicio de la medicina, están expuestos a cometer el hecho más que otros profesionales.
Se ha dicho que los médicos “conocen mejor los métodos no cruentos o poco dolorosos de matarse”.
No siempre es tan fácil diferenciar suicidio y homicidio, sobre todo cuando en cadáveres descompuestos la toxicología no es confiable.
Para una familia no es fácil aceptar la idea de que una hija se haya suicidado.
Como entregué al periódico este articulo el miércoles pasado y ustedes me están leyendo este domingo, solo quiero evitar especulaciones con cualquier colindancia con el caso del periodista de Bonao (no tengo informe oficial sobre las causas de su deceso) y utilizar esta descarga de palabras para alertar a la población de que el suicidio deja huellas dolorosas de por vida para toda la familia, pero se cuela en nuestros hogares y somos nosotros los primeros sorprendidos cuando este monstruo nos arranca de nuestras manos a un ser querido.
César Mella
cesarm2@codetel.net.do