El caso se investigó desde el primer momento como un crimen vicario, es decir, aquel que se comete contra otras personas, en este caso las hijas menores, con el fin de hacer el mayor daño posible a la persona a la que se quiere destrozar la vida.
El hombre, de 35 años, estaba separado de la madre de las pequeñas, de 23, y estaba a 2 semanas de enfrentarse a un juicio por malos tratos, después de que su expareja le denunciara en el 2022, cuando estaba embarazada de la menor de las niñas.
Según los testimonios recabados durante estos días, la mujer había sufrido palizas constantes por parte del marido y la Policía se había tenido que personar en el domicilio familiar en numerosas ocasiones.
A la espera del juicio, el fallecido tenía una orden de alejamiento de su víctima.
Sin embargo, un juez le había concedido un régimen de visitas a sus hijas, que incluían los sábados y los domingos.
Fue precisamente en uno de estos periodos cuando tuvo lugar el crimen.