A 5 años de Snowden: Las principales consecuencias de las filtraciones sobre el espionaje de EE.UU. al mundo
El ex informático de la Agencia Nacional de Seguridad reveló métodos del organismo para obtener información de autoridades y ciudadanos. Un hecho que puso en jaque las relaciones diplomáticas del país, pero abrió la discusión sobre la privacidad.
SANTIAGO.- El 6 de junio de 2013, el diario británico The Guardian publicó que gracias a una orden judicial secreta, la Agencia Nacional de Seguridad de EE.UU. (NSA) había obtenido el acceso a registros telefónicos y de internet de millones de usuarios de la operadora de telefonía norteamericana Verizon. Este fue el primero de una serie de reportajes publicados por distintos medios, que ponían en evidencia los métodos de espionaje que el gobierno estadounidense aplicaba, incluso, a ciudadanos comunes de su país, y que fueron revelados gracias a un solo sujeto: Edward Snowden. Considerado traidor y héroe a la vez, el informático y ex técnico de la NSA de 34 años se convirtió en uno de los prófugos más famosos del planeta. Luego de que él mismo revelara a pocos días de la publicación que había sido la fuente que filtró millones de documentos confidenciales, huyó de Hawaii -donde residía- y tras esconderse en Hong Kong, viajó a Moscú, donde se encuentra con residencia temporal entregada por el Kremlin hasta ahora. Su actuar marcó un antes y un después en las agencias de inteligencia estadounidense y británica -también implicada en los espionajes-; puso en jaque las relaciones diplomáticas de EE.UU. con sus principales aliados, y según Snowden, le ha abierto los ojos a los miles de ciudadanos en todo el mundo sobre el resguardo de su privacidad. Crisis diplomática La fuga de información sobre que EE.UU. controlaba las comunicaciones de autoridades, empresas y ciudadanos comunes de todo el mundo, y que era apoyado por Reino Unido en estas operaciones, causó la ira de la comunidad internacional. Principalmente puso en vilo la relación diplomática con aquellos países que eran considerados aliados. La relación más afectada, según analistas, fue la que tenía con la Unión Europea. Los documentos filtrados por Snowden daban cuenta que oficinas del bloque, además de embajadas y misiones diplomáticas de los países que lo componen, fueron objetivos de la NSA. Pero también algunos mandatarios o máximos líderes, como el caso de la Canciller alemana, Angela Merkel, y el del entonces Comisario europeo de Alemania, Joaquín Almunia.
«Este no es el tipo de de comportamiento que esperamos de nuestros socios estratégicos, mucho menos de nuestros propios Estados miembros», reaccionó uno de los portavoces de la Comisión Europea. En Latinoamérica, la principal afectada fue la entonces Presidenta brasileña, Dilma Rousseff, cuyo teléfono fue intervenido. Los cuestionamientos por parte de la población y de la comunidad internacional -incluso por Naciones Unidas- obligaron a la Casa Blanca y al Congreso estadounidense a revisar el funcionamiento de los servicios de inteligencia y poner control a su acceso a la información privada. El entonces Presidente Barack Obama defendió los programas de vigilancia de la NSA, aunque admitió la necesidad de aplicar reformas al sistema. Una respuesta parcial llegó en junio de 2015, cuando se reformó la polémica ley que permitía a la NSA recabar la información telefónica de los ciudadanos. Sin embargo, esta ley solo implica que no sería el Gobierno el que realizara esta recolección masiva de datos, si no que recaería la responsabilidad en las compañías telefónicas. Así, en caso de requerirse por motivos de seguridad, la información sería facilitada a los organismos de inteligencia. Sin embargo, en enero de este año, el Congreso de EE.UU. decidió renovar la Ley de Vigilancia de Inteligencia Extranjera (FISA), que permite a la NSA recolectar información digital de extranjeros o ciudadanos estadounidenses, que se encuentren fuera del territorio nacional. Beneficio a la privacidad Jeremy Fleming director de la agencia GCHQ, la división de escuchas del espionaje británico, indicó a The Guardian que la filtración de hace cinco años fue una acción «ilegal». «Provocó un daño real e innecesario a la seguridad del Reino Unido y sus aliados. Debería responder por ello», consideró Fleming, dando cuenta de la opinión generalizada entre las autoridades estadounidenses y británicas respecto al informático. «Había maneras de abrir el debate sobre seguridad y privacidad sin el daño causado», dijo Obama en diciembre de 2013.
Para David Omand, ex director del GCHQ, las filtraciones sí provocaron daños a las agencias pero asegura que las acciones de Snowden contribuyeron a mejorar la legislación. «Ahora existe un marco legal más sólido y más transparente para captar la información de inteligencia necesaria. Eso habría ocurrido igualmente, por supuesto, pero sus acciones sin duda aceleraron el proceso», sostuvo. Sin embargo, los servicios de inteligencia han visto golpeadas sus operaciones no solo por la información publicada, que alcanza solo el 1% de los documentos que poseía Snowden, sino por el resto del material al que tuvo acceso. Los servicios secretos han debido asumir que todo el material al que tuvo acceso el estadounidense ha quedado comprometido y que las filtraciones podrían continuar por mucho tiempo más. «Desde que Snowden se marchó en 2013, miles de artículos han circulado en el mundo con información en verdad sensible que fue filtrada», dijo Bill Evanina, que dirige el Centro Nacional de Contrainteligencia y Seguridad. «En el último año tuvimos más documentos internacionales e infracciones relacionadas con Snowden que nunca», añadió. Los defensores de Snowden sostienen que EE.UU. ha exagerado los daños. Glenn Greenwald, ex periodista de The Guardian, dijo que hay «miles de miles de documentos» que los periodistas han decidido no publicar porque podrían dañar la reputación o el derecho a la privacidad de personas. «(La NSA) nunca ha presentado pruebas de un solo caso de una vida puesta en peligro y mucho menos una perjudicada», señaló Greenwald.
Para Snowden, su acción ha contribuido a fortalecer las leyes que protegen la privacidad de las comunicaciones. Según afirmó en una entrevista brindada al The Guardian en la conmemoración de los cinco años desde la primera publicación, «hay gente que dice que nada ha cambiado, que todavía existe la vigilancia masiva. Pero no es así como hay que medir el cambio. Si miramos hacia atrás, antes de 2013, y vemos lo que ha pasado desde entonces, todo ha cambiado». «Ahora sabemos. Ahora la gente conoce lo que ocurre. La gente todavía no tiene poder para detenerlo, pero lo estamos intentando. Las revelaciones han logrado que la lucha sea más igualada», resaltó. El estadounidense admitió por último que su vida es ahora más incierta que nunca pues la protección de Moscú depende de la voluntad del Presidente ruso, Vladimir Putin.