Italia, abocada a otras elecciones
«Me parece más probable que me llamen del Inter para jugar al puesto de Icardi», respondía hace sólo dos meses Carlo Cottarelli a la pregunta de un posible encargo de primer ministro en el Gobierno italiano. Este domingo el economista, ex directivo del Fondo Monetario Internacional (FMI), recibió para su sorpresa una llamada del Palacio del Quirinal, sede de la Jefatura del Estado. El presidente de la República, Sergio Mattarella, le propuso encabezar un Gobierno de transición que conduzca al país hasta la celebración de elecciones anticipadas. Y Cottarelli aceptó. En los próximos días el economista jurará ante Mattarella como primer ministro y se presentará con un programa de Gobierno y un gabinete de técnicos ante el Parlamento. En caso de obtener la confianza, el Ejecutivo intentará aprobar los presupuestos generales para el próximo año, fundamentales para evitar la subida del IVA a partir de enero. Después presentará su renuncia y se celebrarán elecciones anticipadas, probablemente en 2019. En caso de no obtener la mayoría necesaria en el Parlamento, el Gobierno dimitiría «inmediatamente» y se formaría un Ejecutivo instrumental para conducir a Italia hasta las elecciones después del verano.
El economista prometió una gestión prudente, en diálogo con Europa y con el reconocimiento de que para Italia es esencial formar parte del euro. Aseguró que su Gobierno mantendrá la «neutralidad» en asuntos políticos y electorales. Y se comprometió además a que ni él ni su futuro gabinete se presentarán a las próximas elecciones. Si el Parlamento le da la confianza, el economista será el quinto primer ministro consecutivo en no haber sido elegido en las urnas en los últimos siete años en Italia. Pero esta opción parece poco probable. Los números no salen. El Movimiento Cinco Estrellas y la Liga suman más del 50% de los votos y amenazan con dar mucha guerra.
El más combativo fue el líder del M5E, Luigi Di Maio, que primero anunció que su grupo iniciaría los trámites para reprobar formalmente al jefe del Estado y más tarde convocó una manifestación en Roma el 2 de junio, Día de la República Italiana, fiesta nacional. La Liga, mucho más moderada, no se sumó a la iniciativa de ‘impeachment’ pero amenazó con protestas masivas si no se convocaban elecciones anticipadas. «Si Berlín, París o Bruselas no aceptan, no se puede formar Gobierno en Italia. Es una locura». Salvini negó que existiera un plan en el programa para provocar la salida de Italia del euro y acusó a Mattarella de ser «árbitro y jugador».
Después de más de 84 días sin Gobierno, el presidente de la República se negó el domingo a aceptar al candidato a ministro de Economía propuesto por el Movimiento Cinco Estrellas (M5E) y la Liga, Paolo Savona, un economista octogenario, crítico con la moneda única y la hegemonía alemana en Europa. En los últimos días Mattarella, que según la Constitución tiene el poder de aprobar la lista de ministros, les había advertido que no aceptaría presiones ni tampoco a un ministro ‘antieuro’ para asumir esa cartera fundamental. Salvini y Di Maio, desafiantes, insistieron en su candidato pero el presidente no aceptó el ultimátum, haciendo naufragar el «Gobierno del cambio», como lo habían bautizado sus protagonistas, antes de arrancar.
Ecos fuera de Italia
Los ecos de la crisis italiana retumbaron fuera del país transalpino. Con la prima de riesgo por encima de los 230 puntos básicos, la canciller alemana Angela Merkel recordó que en la eurozona hay reglas que respetar. Mientras el presidente francés Emmanuel Macron, que hace unos días llamó por teléfono a Giuseppe Conte, el primer ministro ‘in pectore’ más breve de la historia italiana, elogió la valentía y responsabilidad de Mattarella.
La decisión del presidente desató una crisis institucional sin precedentes. Por primera vez, la independencia del jefe del Estado ha sido puesta en cuestión y el escenario que se abre ahora es impredecible, con unas elecciones a la vuelta del verano convertidas en un referéndum sobre Europa. «La actitud inflexible del presidente» podría suponer «un fuerte aumento del consenso en favor del M5E y la Liga», vaticina el politólogo Marco Tarchi a EL MUNDO. Y en ese caso, se convertiría «en un boomerang para Mattarella ya que podría reforzar las peticiones de dimisión en su contra».
Pero el golpe en la mesa del presidente tiene ilustres precedentes. Sin ir más lejos en 1994 Oscar Luigi Scalfaro dijo ‘No’ a Silvio Berlusconi, que había propuesto a su abogado Cesare Previti como ministro de Justicia. Y más recientemente Giorgio Napolitano rechazó al magistrado Nicola Gratteri para ocupar la misma cartera dentro del Gobierno de Matteo Renzi.
Forza Italia, que en un principio dudó en dar su apoyo al Gobierno «neutral» del presidente, anunció que votaría en contra. De nuevo, un ultimátum de Matteo Salvini, que amenazó a Silvio Berlusconi con romper la coalición de centroderecha si osaba sostener el Gobierno de Cottarelli, hizo rectificar al ex Cavaliere, que acaba de estrenar su rehabilitación política y podrá presentarse a las próximas elecciones. En cualquier caso las encuestas confirman la hegemonía de la Liga como motor de la derecha, que hoy obtendría hasta un 24% de los votos frente al 17% de las pasadas elecciones. La otra opción del líder ‘liguista’ es intentar de nuevo un Gobierno bicéfalo con Luigi Di Maio. En ese caso es probable que, como la hipótesis del ex primer ministro socialdemócrata Massimo D’Alema, «si volvemos a las elecciones por el veto a Savona, estos cogen el 80% de los votos».